EL VOTO EN BLANCO
Creo que han sido muy pocas veces las que he votado en blanco. Supongo que, como la mayoría de las personas, pensaba que era un voto que no era muy eficaz para demostrar a los gobernantes políticos el rechazo hacia la democracia partitocrática (y burocrática) que ellos se habían encargado de implantar y extender, y con la "complicidad por omisión" de una sociedad civil completamente invertebrada y cada vez más "pasota". O, quizás, porque aún era muy joven para "visualizar" el hecho de que las élites de los partidos políticos estaban provocando esa situación de "democracia secuestrada" que hoy en día está llegando a su máximo apogeo.
Los medios de comunicación, por su parte y ya no sé si consciente o inconscientemente, se han encargado de propiciar la "partitocratización" de la democracia mediante la amplificación de la función de los partidos políticos como instrumentos fundamentales de participación política, bien a través de la exaltación de la figura del líder de cada partido o bien mediante el enfoque informativo de las elecciones como si de partidos de fútbol se trataran (como ya he dicho alguna otra vez) en el que hay un equipo (partido A) ganador y un equipo (partido B) perdedor, estimulando, en consecuencia, la necesaria adscripción de los electores en uno u otro bando.
Todo lo anterior, unido a la teoría del mal menor, ha acabado por conformar un sistema en el que ganan unos pocos y pierden muchos, puesto que basta con estar bien situado en la oligarquía del partido para que en aplicación de la "Ley de hierro" de Michels sus componentes puedan mantenerse en el poder durante muchos años, bien en los órganos de carácter legislativo (en sus múltiples expresiones: cortes generales, parlamentos autonómicos, parlamento europeo, etc.) o bien en los órganos de carácter ejecutivo (también en sus múltiples expresiones, cada vez más y más hipertrofiadas), provocando un efecto perverso de falta de renovación de personas y, en consecuencia, de ideas, absolutamente necesaria para la necesaria regeneración de cualquier sistema democrático que se precie, puesto que la temporalidad en el poder ayuda a que los políticos no pierdan de vista que su "status" tiene un carácter instrumental al servicio de su función representativa.
Pues bien, ha llegado el momento de invertir eso mediante la posibilidad de contemplar al voto en blanco como una forma mediante la cual los ciudadanos "no sigan el juego" de los políticos, que, aunque hoy por hoy aún no resulte una fórmula electoral muy extendida, sí que puede acabar resultando una de las pocas medidas de presión de las que dispone la sociedad civil hacia las formaciones políticas para que éstas vayan propiciando los oportunos cambios en las reglas del juego del régimen democrático que tenemos, empezando por su propio funcionamiento interno, y así puedan presentarse como verdaderos instrumentos fundamentales de la participación política tal y como se establece en nuestra Constitución.
1 Comments:
Hola. Ya que estamos, y sin pretender conducir la dirección de tu bitácora en absoluto, y sólo para expresar una necesidad que he tenido en alguna ocasión, creo que sería interesante explicar aquello de la ley de nosequé para saber como se repartenn los escaños (además de la proprocionalmente), que pasa con los votos de los partidos que no tienen suficiente representación para tener diputado y, sobre todo, con el Voto en Blanco, ya que creo que estos van a parar al más votado, y no está de más conocerlo.
Gracias por tu bitácora y un saludo.
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