POR FAVOR, MÁS REFERENDA
Una de las cosas más disfuncionales de las democracias representativas, dominadas por la partitocracia dominante, es su falta de voluntad para convocar a los ciudadanos con el fin de que éstos, que son los "propietarios" del poder, se pronuncien sobre cuestiones básicas para la marcha del país, es decir, sobre la marcha de "sus" asuntos.
Por el contrario, cuando el partido en el poder convoca a los ciudadanos en referéndum lo hace o bien con ánimo plebiscitario o bien para que se pronuncien sobre cuestiones que muchas veces no tienen mucha trascendencia e interés para ellos. Voy con dos ejemplos:
a) La guerra de Irak: A mi juicio, el principal de error de Aznar no fue el hecho de enviar tropas a Irak sino el hecho de que no consultase a los ciudadanos sobre si querían o no que España enviase tropas. Tan sencillo como eso. Si Aznar hubiese convocado un referéndum habría quedado como un gran estadista, puesto que un gobernante ante todo se debe a su pueblo. Además, políticamente, la convocatoria es la única manera para terminar con una respuesta masiva en la calle frente a una acción política determinada, que, por otra parte, no tiene por qué representar a la opinión mayoritaria de un país.
b) El referéndum sobre el Tratado Constitucional de la UE: A mi juicio, este caso es justamente el contrario del anterior, es decir, la convocatoria de un referéndum sobre una cuestión que a la opinión pública le resultaba indiferente, especialmente por su mínimo impacto respecto a la vida cotidiana de los ciudadanos pues hay que tener en cuenta que dicho Tratado Constitucional venía a ser, en la práctica, un mero texto consolidado del derecho originario comunitario. Sin embargo, el referéndum se convocó a bombo y platillo como si nos fuera en ello nuestra identidad europea.
c) La ley que autoriza los matrimonios entre homosexuales: Aquí estamos ante una cuestión importante para los ciudadanos ya que representa una modificación sustancial de una institución medular en nuestra sociedad, que ha estado vigente en nuestro país en los mismos términos básicos (unión de un hombre y una mujer) durante muchos siglos. Sin embargo, el Gobierno no tuvo a bien convocar a los ciudadanos para que se pronunciasen sobre esta cuestión.
¡¡Vaya democracia¡¡¡, es como si a los propietarios de una comunidad de vecinos su presidente no les convocara en una junta extraordinaria para poner un ascensor, pero sí para poner unas baldosas. ¿Qué les parecería? Mal, verdad, pues a mi también.
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