Tuesday, April 04, 2006

NUESTRO SISTEMA ELECTORAL

Una de las ventajas de los sistemas electorales mayoritarios, a diferencia de los sistemas proporcionales (caso español), radica en la mayor proximidad que existe entre los electores y sus representantes políticos. El hecho de que haya tantas circunscripciones electorales (las constituencies británicas, por ejemplo) como diputados determina una mayor nivel de compromiso de los parlamentarios hacia sus representados, pues, al ser elegidos directamente por éstos, el cumplimiento de sus promesas electorales resulta mucho más exigible al quedar mucho más "personalizada" la representación política. Así, no basta con que el diputado se presente bajo el "paraguas" de un partido político, sino que además debe dar cuenta personalmente de su acción parlamentaria ante sus electores, para lo cual incluso se prevén unos "días de visita" en los que el representante de la circunscripción recibe a los electores de esa circunscripción.

Evidentemente, este sistema choca con nuestro sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas, en el que el ciudadano no puede "personalizar" su votación eligiendo, dentro de los que han sido previamente elegidos a su vez por las cúpulas directivas de los partidos (seguramente, sin mucha democracia interna), a aquellos candidatos que les merecen una mayor confianza respecto a la acción política que van a desplegar, ya que este sistema "promueve" la elección de determinados diputados con una baja aceptación social pero con otros méritos no siempre muy bien conocidos por los electores. Por otra parte, el hecho de que las circunscripciones electorales no sean uninominales incrementa la ausencia de un vínculo real entre los electos con la voluntad de los representados de la circuscripción por la cual han sido elegidos.

Otra de las ventajas de los sistemas electorales mayoritarios es, a mi juicio, la pequeña incidencia de la proporcionalidad a la hora de atribuir los escaños. Esto, dicho así podría resultar muy cuestionable desde el punto de vista democrático, sin embargo, en la práctica provoca un efecto beneficioso en tanto en cuanto los partidos minoritarios no tienen más poder del que les otorga el electorado (por supuesto, simplificando las cosas). Me explicaré. Aquí en España, la teórica mayor democracia que se desprende de un sistema electoral proporcional, en la práctica, resulta falsa, pues partidos con una base electoral escasa luego tienen mucho poder a nivel institucional porque, gracias a los pactos post-electorales, el partido que necesita de su concurso para gobernar hace unas grandes concesiones a estos partidos minoritarios para lograr el poder.

Conclusión: el partido más votado no gobierna, a pesar de que así lo hayan querido los electores, y los partidos minoritarios gobiernan en un gobierno de coalición, más de lo que debieran, a partir de unos pactos post-electorales, dando así lugar a una imagen de "chalaneo" rechazada por la ciudadanía, máxime si nos encontramos ante unas coaliciones post-electorales y no pre-electorales, que, de haber sido anunciadas con anterioridad a las elecciones, probablemente habrían dado lugar a una movilización ciudadana en las urnas completamente distinta.

Por eso, creo que hay que abogar por un sistema electoral completamente distinto en el que exista una mayor dosis de elementos de elección directa de los representantes políticos, que bien se puede hacer cohonestar con los criterios de representación proporcional, tal y como existe en muchos países (y no todos ellos con una gran tradición democrática).

1 Comments:

At 7:57 PM, Blogger frid said...

¿Opciones?... la segunda vuelta francesa llevaría a la posterior unión del frente popular (por decir algo)... todos (como siempre) contra el Pp... el sistema de circunscripciones británica: ahí se vota a la persona y se le juzga por los resultados locales obtenidos.
¿Otras opciones?... ¿será ciencia ficción para España?... porque ¿qué político español quiere que le le revalide el título en segunda vuelta o en posteriores elecciones? Son demasiado "iluminados" para aceptar, sólo malamente, el ser elegidos por las urnas.

 

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